sábado, 17 de noviembre de 2007

Análisis y comentarios entorno a “Valores y tendencias que presiden los procesos de socialización en la época postmoderna”, de Ángel Pérez

Ante todo, es necesario señalar que la intención del autor al escribir este texto dice relación con una denuncia abierta y tajante de la crisis interna y externa de la configuración moderna de los valores que han legitimado la vida social, señalando una serie de elementos que nos deben ayudar a comprender el trasfondo de la problemática en cuestión.

En primer lugar, constata en la sociedad postmoderna un “eclecticismo acrítico y amoral”, con la “primacía del pensamiento único, amorfo y débil”. Con esto, el autor trata de explicar una situación que es propia del actual orden globalizador neoliberal, en donde se confunde la integración, el pluralismo, la libertad, etc., con la pretensión de conformar una forma de pensamiento supuestamente abierto, pero que a fin de cuentas solo logra una peligrosa neutralización ideológica, formado y reproduciendo sujetos con opinión homogénea, poco definida y sobre escasas o nulas bases argumentativas. A esta situación, se suma la frivolidad con que el neoliberalismo se entromete en todos los espacios de la vida de las personas, mercantilizando las relaciones sociales, y por tanto, poniendo delante todo la competitividad grosera y destructiva en función de objetivos personalistas y egoístas. De este modo, se observa una pérdida del objeto y del sentido de la vida, llevando al ser humano a un estado de incertidumbre tanto individual como colectivo. En este sentido, como plantea Ángel Pérez, la reconciliación de paradojas y la convivencia de dilemas solo va a ser posible en la medida que no ofrezcan obstáculos al libre cambio comercial, es decir, al orden económico y social imperante.

Por otro lado, Ángel Pérez plantea que existe una “individualización y debilitamiento de la autoridad”, situación en la cual la supuesta “elección individual” y la independencia de la tradición, fundadas en un falso sentido de la liberad, terminan en una secularización religiosa y política, junto con una nefasta desideologización de la sociedad. En este sentido, y compartiendo lo señalado por el autor al respecto, es posible constatar que la sociedad neoliberal sólo fomenta la individualización como separación, y no como promoción de la identidad propia.

También el autor trata sobre la importancia que reviste la información como “fuente de riqueza y poder”, en donde quien tiene el control de los medios de comunicación de masas, tiene también un instrumento de dominación y reproducción cultural. En tal sentido, la cultura debe parecer al alcance de todos, de modo de hacer creer que lo que prevalece es la igualdad y libertad de acceso. Así pues, la actual ideología dominante provoca y perpetúa la perdida de identidad, y por consiguiente, la individualización cultural. En consecuencia, el exceso de información lleva consigo el riesgo de la trivialización y la confusión de los sujetos. Además, esta importancia decisiva a la información, y en especial a la educación, puede conducir también a fomentar la discriminación y exclusión social, pues quien no posee estas herramientas está prácticamente al margen de los “beneficios” del modelo económico y político.

Otro elemento que Pérez suma a su análisis se define como la “mitificación científica y desconfianza en las aplicaciones tecnológicas”; con ello quiere evidenciar la actitud pasiva que tiene la sociedad actual con respecto al conocimiento científico, transformándose este en algo incuestionable, y que por lo demás lo reviste de un status elevado. Junto con ello, demuestra como el desarrollo científico se encuentra distanciado de sus aplicaciones tecnológicas, respondiendo más a aspiraciones personales y a los requerimientos del mercado, que a las necesidades reales de la sociedad.

La “paradójica promoción simultanea de individualismo exacerbado y de conformismo social”, que Pérez agrega a su estudio como otro elemento que da forma a la actual sociedad postmoderna, constituye una peligrosa tendencia en las relaciones sociales, pues es campo propicio para la difusión de la cultura burguesa dominante y la reproducción de sus lógicas de funcionamiento. En este sentido, el individualismo se promueve sólo como aislamiento y enfrentamiento competitivo, y el conformismo social como garantía de la persistencia del actual orden de cosas. De tal manera, se produce un viraje del eje valorativo del ser al tener, con la competitividad como guía para la realización personal y profesional, y con la aceptación pasiva de la realidad y de la cultura dominante.

Por otro lado, el autor constata la “obsesión por la eficiencia como objetivo prioritario en la vida social que aparece ante la comunidad como sinónimo de calidad”; con lo que la sociedad pasa a regirse por patrones propios de la ciencia económica, en este caso de corte neoliberal; así la premisa de que el fin justifica los medios pasa a convertirse en una práctica cotidiana y socialmente aceptada como propia de la competitividad. Además, también se pretenden medir y evaluar los procesos sociales de forma mecánica y positivista, bajo criterios propios de cualquier proceso de producción. No obstante, la lógica mercantilista con la cual funciona la sociedad actual ha provocado que la obsesión por la eficacia conduzca a un desentendimiento de la calidad misma, pues solo importa alcanzar los objetivos al más corto palazo y con el máximo de rentabilidad. En consecuencia, podemos señalar que es contraproducente e ilógico pensar que los procesos y/o relaciones sociales pueden medirse con parámetros ajenos a ellos y que por lo demás no son capaces de explicar el funcionamiento de las sociedades, que por naturaleza son mucho más complejas que una simple empresa.

Otra tendencia que el autor identifica en la sociedad postmoderna, corresponde a la “concepción ahistórica de la realidad”. Con ella se pretende imponer la economía de libre mercado como la única viable y por tanto definitiva, junto con la concepción inmovilista de la realidad social, en donde supuestamente no existe mas alternativa que el ordenamiento neoliberal, perdiéndose el sentido histórico de la construcción cultural de la realidad. Ante este complejo escenario, Pérez señala la necesidad de recuperar la utopía en el pensamiento humano, con el fin de superar la actual situación de pasividad social y crear alternativa al modelo imperante, pues este está perpetuando y acentuando cada vez más la desigualdad y exclusión social de las amplias mayorías.

Ángel Pérez también nos habla de la “primacía de la cultura de la apariencia”, en la que el poder de lo efímero y cambiante, la dictadura del diseño y de las formas, son lo que rigen el comportamiento de la mayoría de las personas, especialmente el estamento juvenil, confundiéndose cada vez mas el ser y el parecer, un parecer vació de contenido propio y enajenado. En este sentido, la vida de las personas se convierte en una mera actuación y las relaciones sociales son por tanto ficticias, inestables y faltas de confianza. En esta cultura de la apariencia los sujetos viven con la incertidumbre de su devenir, pues las personalidades se van “construyendo” sobre “cimientos” falsos e inseguros, significando ello un gran peligro para toda sociedad, pues en este sentido cada pueblo debe reconocer y valorar su pasado, su historia, sus tradiciones, su cultura; para poder crecer y avanzar a una sociedad democrática y con justicia social, construida sobre bases de confianza y solidaridad.

Directamente vinculado con lo anterior, Ángel Pérez trata el tema del “imperio de lo efímero en el paraíso del cambio”, lo que dice relación con la concepción de la novedad, el cambio y la originalidad como un valor permanente e incuestionable, en función obviamente de la vida económica y profesional. Esta situación lleva a los sujetos a una permanente inestabilidad personal y profesional, pues el deseo del cambio por si mismo no tiene satisfacción. Por otro lado, también es necesario señalar que no todos los aspectos de la sociedad reaccionan con la misma velocidad al cambio, encontrándonos en este sentido con la destrucción de tradiciones y la enajenación cultural.

También el autor trata la cuestión de la “mitificación el placer y la pulsión como criterios incuestionables del comportamiento correcto”; con ello la satisfacción del deseo personal pasa a ocupar un primer plano en la vida de los individuos, llegando de este modo al consumismo como una de las principales características de la sociedad neoliberal. En este sentido, y tal como señala Pérez, el instinto se ha convertido en el reino de la libertad, y la voluntad en el terreno de la coacción. Todo esto adquiere un rasgo de normalidad que es legitimado por la lógica del libre mercado.

Por otro lado, el autor se pronuncia sobre “el culto al cuerpo y la mitificación de la juventud”; se trata de una idílica exhibición de una juventud atemporal con un cuerpo de diseño, que unos desean alcanzar y la mayoría añora en silencio. La moda se ha transformado en sinónimo de juventud, por lo que la población adulta también cae en estas lógicas banales. En consecuencia, aquí también estamos en presencia de la influencia neoliberal con su superficialidad mercantil y utilitarista.

Finalmente, y en respuesta/opción a la actual orden social, Ángel Pérez constata la emergencia y consolidación de los movimientos alternativos; aquí destacan el feminismo y el ecologismo. Estos movimientos que pretenden construir una sociedad bajo nuevos parámetros, alejados de las lógicas mercantilistas de neoliberalismo, y centrados más bien en la justicia social, han estado demostrando las contradicciones del modelo y contribuyendo con ello a su agudización. En este sentido, en el caso de la situación de la mujer, podemos ver como el neoliberalismo ha hecho de ella un símbolo e instrumento de placer, utilizándola como mercancía, y por tanto, posible de transar en el mercado.

No obstante la complejidad del actual orden de cosas, para poder avanzar en su transformación es necesario en primer lugar identificar la influencia de éste en cada ámbito de la vida social, con el objeto de poder desactivarlo y construir alternativa.